7.Mi intensa pero corta vida en Eastbourne (PARTE 1)

Lo cierto del asunto, es que no fui a Inglaterra para aprender inglés, que va. Me fui del pueblo para conocer mundo y demostrarme que ya había llegado el momento de ser independiente y vivir aventuras sin el amparo de nadie. De ser capaz de equivocarme y aprender a golpes y a caricias.

Tras dejar atrás a mi familia, a muy buenos amigos y a un corazón roto, que por suerte para mi, no fue el mio en esta ocasión. Comencé una nueva vida en Eastbourbe.

Tuve una sola semana de adaptamiento y lo primero que hice tras encontrar casa y trabajo en ese primer mes, fue ir a que me hicieran un piercing en la lengua. Fue mi primera muestra de rebeldía y de libertad, aunque os parezca una tontería.

Llegué a finales de noviembre y acababa de empezar a trabajar por lo que esas navidades serían las más solitarias y extrañas de mi vida.

Por suerte, ya había conocido a alguna gente del curro (trabajamos en una lavandería industrial) y aunque en fin de año ya estaba en la cama a la 1 de la mañana, habiendome comido las uvas una hora antes que en España (12 hora de UK, las 11 de España), el día 1 comenzó de otra manera. Conocí a un chico de Pamplona con quien por un tiempo lo pasé muy bien. Pero esa es otra historia.

La noche de Reyes fue subrrealista . Me invitaron a cenar una pareja del curro a su casa. Pero también invitaron a otra pareja de americanos, muy del rollo de supervivientes, pero no por mérito propio, sino más bien al estilo garrapata, aprovechados de la vida.

Esa noche, lo normal, comimos bebimos y yo tratando de entender a los dos colegas, sin mucha suerte.

Como vivían muy lejos de la ciudad, nuestro plan era dormir allí y al día siguiente coger un bus para ir al centro y ver una peli en el cine.

¡Pero, no que va, allí y allá por el año 2002, ni bus, ni cine, ni na de ná! Cuando llegamos parecía una peli del Oeste, silencioso y desértico. O lo que es peor, una peli de Hitchcock, lleno de gaviotas del tamaño de un perrito devorando todo lo que pillaban a su paso y con una mirada amenazante acompañada de graznidos, que nos hizo entender que se había acabado la fiesta.

6.Destino Eastbourne

Se acabo la visita a M después de un largo fin de semana.

Ahora en el tren de camino a Eastbourne, donde viviría apenas 3 meses, me esperaba V.

Ella es una amiga de muchos años y me iba a acoger un par de semanas en su casa, junto a otros tres españoles, hasta que encontrara curro y mi propia habitación en alguna casa.

Cuando llegué me esperaba mi amiga y un grupillo de españoles con caras de haber dormido poco, también.

Este pueblo nada tenía que ver con Londres. Era bonito pero apenas había nadie por la calle. Una oscuridad espesa nos envolvía y un viento de mil demonios nos balanceaba como si estuvieramos en un barco a la deriva.

Otra vez mi mente aturdida no dejaba de atormentarme sobre si había tomado la decisión correcta.

Me llevaron a dar una vuelta y lo que se me quedó grabado en la mente a fuego,  fue la terrible sensación de soledad que se respiraba en el ambiente, la tremenda brusquedad del viento y las sombras que parecían largos dedos negros que rozaban mi piel con intención de atraparme.

El Pier era una muelle por el que caminabas por encima del mar, que bramaba a nuestro paso, como voces agónicas de otros tiempos.

Hacía un frío húmedo y el viento bailaba a la vez que trataba de meterte mano por la mas mínima rendija que tuvieras bajo la ropa.

Por fín, con el equipaje que tan amablemente me llevaron. Llegamos a un monísimo piso a pie de playa.

Monísimo y pequeñísimo. Era de una habitación e ibamos a vivir las dos próximas semanas 5 personas en él.

A mi me dejaron la habitación y ell@s se quedaron en el salón en plan hippies.

Fue un placer, ese día dormí por fin en una cama.

5.Una noche de mucho estruendo

Por fin llegamos a la residencia, yo estaba agotada. Quería dormirrr!

Pero no, M ya tenía planes para la noche. Salimos a cenar y luego fuimos a un pub que solía.  frecuentar los estudiantes de su Universidad.

Y ahí, comenzó el estruendo, el caos.

El me presentaba a gente y yo contestaba con un timido ‘Hello’.

No hablo ni una palabra de inglés y después de un tiempo que sus amigos trataran de hablar conmigo. Finalmente desistieron de tal despropósito y con razón claro.

Sí, ahora sí que me daba cuenta del embolao en el que me había metido. ¿Cómo iba a poder sobrevivir sin hablar inglés? Bueno, pensé, nada es definitivo, excepto la muerte, probaré suerte y si está muy chunga la cosa, volveré a España, a Madrid, al puebloooo!

Yo soy una persona testaruda y la que le encanta salir de su zona de confort. Así que pensé: AHORA a beber y bailar. Mañana será otro día. Tengo que disfrutar el aquí y ahora, es una aventura que recordaré el resto de mi vida.

De allí nos fuimos a la residencia de la chica francesa por la que mi amigo llegó tarde cuando fue a buscarme al aeropuerto (y que años después se convertiría en su mujer)

Allí todos hablaban al mismo tiempo intensificado el estruendo. Todos hablaban y se entendían, aunque fuerna de países muy distantes, pero yo estaba agotada, física y mentalmente. Y no entendía nada, recuerdo hablar conmigo misma, a través de mis pensamientos, incluso en voz alta que leñe. Necesitaba entender, oir palabras en español y M estaba muy entretenido. 

Finalmente, volvimos a la residencia, llevaba más de 24 horas sin dormir.

Ese día dormí en el suelo, pero no me importó.

 

 

4.La anciana lady y el joven punk

Londres es una ciudad llena de color, de olor y de sabor. Todas las cosas que me rodeaban me hacían sentir como una pequeña mosca pegada a un cristal. 

Observándolo todo desde mi asiento en el autobús rojo de dos plantas acompañado de Mi lengua corría más rápido que mi mente. Todo eran preguntas, observaciones, onomatopeyas.

De repente me fijé en que mi amigo observaba detenidamente a una curiosa pareja sentada al otro lado del pasillo.

Eran dos personas, aparentemente muy opuestas.

Ella una pequeña ancianita tradicional inglesa y el joven punk con una cresta descomunal pero bien izada como una bandera.

Los dos mantenian una animada charla. Mientras que hablaba de lo que hablaba, yo intentaba adivinarlo por sus gestos.
Me emocionó mucho al ver el mundo del espectáculo, de manera muy intuitiva que en este país me siento cómoda, sin el peso en mis espaladas de tantos juicios y prejuicios sobre mi persona. Pero este tema ya fue más adelante.
En fin, la historia acabó cuando él se despedía de la anciana con una sonrisa efusiva.

Aún perpleja, el significado de todo lo sucedido, lo pregunté a mi amigo.

El dijo que el chico estaba leyendo un libro que por lo visto le interesaba mucho a la señora, y mientras hacía el recorrido hablaba animadamente sobre él.
El momento mágico llegó cuando el joven le regaló a la anciana a su propio libro.
Un momento entrañable entre dos personas que al parecer no tiene nada que ver y que se pueda recorrer por el camino.

3.Día espirituoso

La noche antes del viaje, como los sueños reales, el sueño poco, por los nervios como el lógico, ante tal cambio en mi vida. Pero la excitación de estar por fin sola me mantuvo activo todo el día.

Mi amigo quería ser un buen anfitrión, y antes de la tremenda cagada, de llegar tarde, dió lo mejor de él.

Primero fuimos a desayunar un magnifico desayuno inglés, para los que no lo conozco es un plato que da calorias para todo día.

Después de llenar el buche de taberna en la taberna bebiendo los pintas como si fuesen cañas. Sin prisa, pero sin pausa, ya era la tarde y estaba libre de clases, por lo que nos dejamos envolver por los colores variopintos de sus gentes, los olores a la fritanga y el calor de la cerveza que hace estragos en nuestras mentes.

Ya entrada la noche, que puede ser menos que se haya encontrado por las calles al tataratata de Jack el destripador en cualquier esquina. La niebla y la poca luz que emerge de las farolas, nos lleva a nuestro primer autobus, de dos plantas como no puede ser menos.

Y un tiempo pasado en un momento mágico, que a día de hoy, todavía recuerdo con nitidez como si fuera ayer.

 

 

 

 

 

 

 

2.Volando a un mundo nuevo

Ya montada en el avión sonó un clic en mi mente. Vi como lentamente mi vida pasada Pasé delante de mis ojos. Hasta que sonó ese clic y de repente volvieron a pensar en otra dirección. Hacia el futuro. Principalmente a mi llegada a Londres. Un esperar que me recogiera M, una de las personas más equilibradas que el nunca conocido. Tan racional como emocional, sabiendo siempre a cual de las dos dejar salir en el momento más adecuado.

Y esperé y esperé, y vaya que esperé ….

Cuando llegué no había nadie esperandome. Pero conociendole sabia que iría. Que no me dejaría tirada en tan delicado momento.

Despues de llamar durante una hora, aparece maltrecho, con cara entre:

“pegame, me lo merezco” y un ” cuando te cuente que ha pasado te reirás ”.

Estaba claro que no había dormido mucho y que las ojeras de sus ojos se escondían tras una enorme sonrisa.

Y supe exactamente que había pasado.

Debo decir, que había ido a Londres a terminar la carrera de arquitecto y estaba en una residencia de estudiantes. Por lo que juerga es sinónimo de borrachera, trasnochar, beber y con suerte ” ligar ”, por ser suave. Y creo que M habia experimentado todos los puntos esa noche.

En fin, dejadas mis cosas en la residencia. Salimos a conocer el ambiente de Londres.

1.El principio de muchos otros

El 30 de noviembre hizo 15 años que con mis miedos y mi ilusión me fui a Inglaterra.

Mi miedo no pudo con mi curiosidad, ni con mi afán de aventura. Necesitaba un cambio.

Estaba rodeada de buena gente donde la diversión y el buen rollo estaba siempre asegurado. En aquella época el Torreón era mi refugio y la calle mi segunda casa.

Incluso al chico con el que estaba se le escapó un te quiero, no te vayas. Pero estaba decidida.

Me sentía atrapada en un bucle. Y la posibilidad de salir de mi casa, ya con 25 primaveras, e iniciar mi vida bajo mi cuenta y riesgo, era lo que necesitaba hacía tiempo.

El primer adiós en el aeropuerto fue el más duro, sobre todo para ellos, mi familia. Yo estaba llena de ilusión y con un nudo en el estómago que pocas veces después he vuelto a sentir.