Lo cierto del asunto, es que no fui a Inglaterra para aprender inglés, que va. Me fui del pueblo para conocer mundo y demostrarme que ya había llegado el momento de ser independiente y vivir aventuras sin el amparo de nadie. De ser capaz de equivocarme y aprender a golpes y a caricias.
Tras dejar atrás a mi familia, a muy buenos amigos y a un corazón roto, que por suerte para mi, no fue el mio en esta ocasión. Comencé una nueva vida en Eastbourbe.
Tuve una sola semana de adaptamiento y lo primero que hice tras encontrar casa y trabajo en ese primer mes, fue ir a que me hicieran un piercing en la lengua. Fue mi primera muestra de rebeldía y de libertad, aunque os parezca una tontería.
Llegué a finales de noviembre y acababa de empezar a trabajar por lo que esas navidades serían las más solitarias y extrañas de mi vida.
Por suerte, ya había conocido a alguna gente del curro (trabajamos en una lavandería industrial) y aunque en fin de año ya estaba en la cama a la 1 de la mañana, habiendome comido las uvas una hora antes que en España (12 hora de UK, las 11 de España), el día 1 comenzó de otra manera. Conocí a un chico de Pamplona con quien por un tiempo lo pasé muy bien. Pero esa es otra historia.
La noche de Reyes fue subrrealista . Me invitaron a cenar una pareja del curro a su casa. Pero también invitaron a otra pareja de americanos, muy del rollo de supervivientes, pero no por mérito propio, sino más bien al estilo garrapata, aprovechados de la vida.
Esa noche, lo normal, comimos bebimos y yo tratando de entender a los dos colegas, sin mucha suerte.
Como vivían muy lejos de la ciudad, nuestro plan era dormir allí y al día siguiente coger un bus para ir al centro y ver una peli en el cine.
¡Pero, no que va, allí y allá por el año 2002, ni bus, ni cine, ni na de ná! Cuando llegamos parecía una peli del Oeste, silencioso y desértico. O lo que es peor, una peli de Hitchcock, lleno de gaviotas del tamaño de un perrito devorando todo lo que pillaban a su paso y con una mirada amenazante acompañada de graznidos, que nos hizo entender que se había acabado la fiesta.